Son 24 artistas tucumanos que trabajaron con los mismos elementos básicos: dos hormas de madera para fabricación de calzado. Cada uno se expresó desde su creatividad y así nació la muestra colectiva “Huellas de artistas” que inaugura esta noche, a las 20.30, la galería Fausto (Muñecas 713). Se la podrá visitar hasta el 22 de octubre, en horario comercial.

Los dueños de ese espacio, María Lilia Peña y Segundo Ramos optaron por las hormas de madera para la propuesta, a partir de lo valioso que consideran al objeto como símbolo del trabajo artesanal. Por eso pensaron en fusionarlo con la creatividad artística. Las hormas utilizadas fueron adquiridas a un anticuario y serían de fabricación europea, según informaron.

“Cada pieza a intervenir, cada mano que la moldeó, habla de años de esfuerzo y sacrificio. La idea fue conjugar el trabajo del artesano y la faena del artista, que en su juego e ingenio puso su huella y completó el camino. Lo sigue ahora en ese orden. La galería  y el coleccionista como punto de encuentro”, escribe Ramos en el catálogo de la muestra.

Orgulloso de haber conseguido la participación entusiasta de 24 artistas tucumanos, el galerista pidió disculpas a los que no fueron convocados y prometió realizar otro evento con ellos en un futuro próximo.

Diversas resoluciones

Algunos de los artistas invitados usaron el objeto como soporte para la pintura. Otros pensaron en tres dimensiones y combinaron las hormas con metal, géneros, papel y otros materiales para dotarlas de un nuevo sentido. Casi siempre tuvieron en cuenta la significación que trae la horma en su esencia: la de un pie humano. Por ello, se vincula con la acción de caminar, con el concepto de libertad, con la alegría del baile, pero también con el dolor.

Entre los que optaron por usar el objeto como soporte de la pintura, están las obras de Iván Ríos, Rubén Kempa, Sandro Pereira, Hugo Bellagamba, Sejo Delgado, Damián Díaz, Isabel Reyes y Ana Lía Canal Feijoo. Esta última, en su obra “Quédate en casa”, tejió con su dibujo sutil y detallista una telaraña que sujeta los pasos de su “presa”.

RUBÉN KEMPA. Una creación sin título en el catálogo, que refleja su mundo.

Alejandro Gómez Tolosa, en su obra titulada “No nos une el amor sino el espanto”, trabajó con pintura y volumen, utilizando hierro y anzuelos para sugerir las rispideces de una unión forzada.

Susana Bollati apostó a la danza y la libertad, ideas representadas no sólo a través de la pintura sino también mediante la posición de los “pies” de madera.

Tanto Valeria Dicker como Virginia Serrano y Rodolfo Soria agregaron volúmenes que prolongan la superficie pintada. En el caso de Soria, con un fuerte contenido ligado al obrero de la zafra, sus alpargatas y sus precarias viviendas.

El fotógrafo Ramón Teves incorporó imágenes sobre un material estampado que recubre las hormas y dialoga con las fotos. Por su parte, Alejandro Contreras Moiraghi eligió montar a sus “tipitos” en una alegoría de las relaciones filiales.

ALEJANDRO CONTRERAS MOIRAGHI. “De tal palo… que astillita I y II”, con sus tipitos.

El planteo de María Aráoz, sugerente y etéreo, combina papel, trama textil, pintura y semipétalos; mientras que Inés Fagalde Busquets indaga en lo simbólico del dios Jano Bifronte, con su doble cara que mira hacia el pasado y el futuro a la vez.

Silvia Sánchez, en “Camino luego existo”, trabajó con acrílico, plancha de aluminio, MDF, madera y tela. Mayor todavía es la variedad de materiales que usó Alejandra Bestani para su escultura “Los elementos”. Por el contrario, mucho más despojada es la obra monocromática y constructiva de Leonor Asar.

Pilar Garzón Duarte logró una dinámica escultura, mediante el ensamble de fragmentos metálicos, en tanto que Guillermo Rodríguez resolvió una impactante idea de manera sencilla y eficaz con su obra “Post crucifixión”.

Más cerca de lo conceptual, Clemencia Bulacio fusionó las hormas sobre una pila de fascículos de una colección de arte, calados a modo de huellas.

El conceptualismo más puro corre por cuenta de Javier Soria Vázquez, que presenta una caja conteniendo las hormas, envuelta con un creativo papel para regalo. La obra se titula: “Y que el viento nos traiga dicha”.

El marchand Ramos señaló que, a su entender, es la primera muestra de Tucumán donde hay tantos artistas juntos reunidos en torno de un mismo objeto como base para la creación. “Y aunque no todos tienen la misma trayectoria, hemos emparejado el precio de todas las obras -agregó-. Valen igual. Ya se vendieron varias antes de la inauguración”.